Siendo conscientes de la necesidad de una solidaridad activa y real, algunos de nuestros compañeros no se quedaron de brazos cruzados y decidieron viajar hasta Valencia para unirse a las labores de voluntariado por los desastres producidos por las inundaciones de la DANA.
Los primeros pasos se dieron cuando la asociación Ca La Mare Calama contestó a una de nuestras compañeras y les proporcionó el pase para poder acceder al pueblo de Catarroja.
Una vez en contacto, comenzaron las labores de recogida de donativos de todos los trabajadores, El Pinar aportó equipamiento y diversos materiales a las personas voluntarias, como EPI’s, mascarillas, linternas de campo y cualquier otro material necesario para asegurar su seguridad.
Poco a poco, y gracias a los donativos de muchos de los empleados de El Pinar, junto a las donaciones y prestaciones de vehículos que se hizo desde la propia empresa, nuestros voluntarios se prepararon para viajar a Valencia a ayudar.
Desde la madrugada del viernes al domingo, 48 horas indescriptibles
Tristeza, rabia, tensión, cansancio y palabras de agradecimiento para todos los voluntarios.
48 HORAS DE LA HISTORIA DE NUESTROS VOLUNTARIOS
Con tres coches y furgonetas cargados, a las 3 de la mañana, aproximadamente, un grupo de 10 voluntarios, trabajadores de El Pinar, partieron hacia Valencia.
Tras un largo camino, nuestros compañeros llegaron allí a las 08:30h de la mañana, momento en el que empezaron a ver la destrucción y magnitud del desastre provocado por la DANA.
Una vez en el centro de Catarroja, había llegado el momento de trabajar. Viendo una larga cola para poder comer caliente, y rodeados por cajas y cajas de ropa, comenzaron a descargar todos los donativos, mientras las personas presentes mostraban su agradecimientos a los voluntarios por la solidaridad que tenían con su tierra y lo ocurrido.
Entre el lodo y el caos, la historia comenzaba a aparecer
Coches como contenedores, paredes de colegios caídas, rotondas con coches por encima, garajes subterráneos inundados de agua, contenedores en mitad de la autovía, muros de hormigón destrozados o guardabarros doblados sólo eran unos ejemplos de lo que se presentaría ante ellos las próximas horas.
Impactados por las primeras imágenes y equipados con todo lo necesario, no dudaron ni un segundo en ayudar a todo el que lo necesitara.
Ya fuera limpiando lodo en las pistas del colegio, quitando barro de un parque, ayudando en establecimientos o entrando en garajes a limpiar e intentar salvar los recuerdos de una vida de algunos valencianos, el sentimiento de solidaridad y fuerza los animaba a seguir adelante para ayudar a que la terreta pudiera volver, poco a poco, sus calles.
Rodeados por pancartas agradeciendo la presencia de todos los voluntarios, algunas historias salieron a la luz y acompañaron a nuestros compañeros durante sus horas allí.
Yo era músico y gracias a vosotros he conseguido rescatar algunos recuerdos de mi vida (Luis, Catarroja, 2024)
Se buceaba en lodo, y no sabías si algo te iba a llevar por delante o no (Anónimo, Catarroja, 2024)
Con el corazón encogido y las lágrimas aflorando por las historias que rodeaban lo ocurrido, nuestro equipo de compañeros no sólo reunió fuerzas para seguir ayudando, sino que, apoyó, escuchó y, sobre todo, reivindicó la necesidad de NO olvidar lo que ha ocurrido, y alzó la voz ante la necesidad de la llegada de maquinaria pesada para poder avanzar.
Faltan medios y no hay gente. No podemos dejar de aportar porque necesitan nuestra ayuda. Ya no quedan fuerzas, y necesitan las nuestras (voluntarios de El Pinar, Segovia, 2024)
Emocionados por actos tan sencillos como ver un paso de cebra, el deseo por comenzar de nuevo cada día crece más.
Sabiendo que no somos conscientes de cómo es la situación hasta que no llegas allí, nos unimos al agradecimiento de todos los valencianos, hacia nuestros compañeros, por su generosa y valiente labor.